Por
Gerardo Adrián Orozco González. Edición: Rodrigo
M. Vilchis
Debo reconocer que tardé en
elegir el tema. Tomé más tiempo de lo común, ya que no pude conseguir un libre ejercicio del
pensamiento. Como adulto, mis quehaceres laborales, mis obligaciones domésticas
y ahora la carga académica, absorbe todo mi tiempo.
He elegido un tema controvertido
¿Qué es una injusticia? ¿Dónde la he visto?
En
lo personal, yo considero que uno de los más importantes problemas de la sociedad es la
discriminación. Puede ser por la clase social.
La historia de Roma ilustra
claramente este concepto. Era el
mismo Emperador quien marcaba la línea para distinguir quién debía de
ser considerado como elegido en una clase social acomodada y el destino del
resto de la población.
No es muy diferente la situación
al día de hoy. De hecho, lo único que se abolió en este hemisferio, fueron los
títulos de nobleza. Pero aun sin ellos se brindan privilegios a quienes lucen
distintos al resto de la población.
Me permito ejemplificar esta
situación con una breve historia real ocurrida a las afueras del campus de
nuestra universidad. Los que estudiamos en programas ejecutivos, es decir, para
adultos, salíamos de la escuela preocupados por las actividades académicas y
las laborales. En ese lugar encontramos a un alumno joven, figura pública y
conocido, ya que trabaja como actor en la televisión. Salía al igual que
nosotros del campus. Es claro que, por el contexto, en la escuela nos
convertimos en una colectividad, en personas en circunstancias iguales con un
mismo objetivo. Un grupo de personas como se aprecia en el metro, o cuando
esperas el transporte público. Pero hubo
un comentario que salió en ese momento que cambio mi manera de percibir la situación del compañero “famoso” que
reconocimos. Ese cometario fue:
“¿Qué clase de universidad es
esta que acepta a estas personas adultas? ¿Si acepta a estos individuos? ¿Qué
sigue después de esto?”
Reflexioné
cinco minutos después del comentario. Pensé que una persona “famosa” tiene el mismo objetivo que
yo, terminar una licenciatura. Al igual que yo,
renuncia a tiempo con su familia, a sus ocupaciones y sus diversiones.
Todos los que estamos en la universidad a esa hora. Los adultos, estamos
luchando contra todos los pronósticos que indican que no tenemos más
oportunidades para progresar como lo tienen los jóvenes de una licenciatura
tradicional.
Nuestra
misión en la universidad, parafraseando el himno institucional, es aportar a
México ciudadanos dispuestos a triunfar, 2 sin importar la edad en que retomen
nuevamente los libros. Por eso, considero que los prejuicios son una injusticia
y atentan contra la integridad de un ser humano. Los prejuicios pueden hacerlo
sentir inferior a alguien o a algo.
Recordemos
la declaración de la carta de los derechos humanos1 señala en su primer artículo:
“Todos los seres humanos nacen
libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y
conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
El hecho de menospreciar a
alguien, nos da pauta de comprender cuáles son los valores que hemos adquirido
en casa, en la universidad y en la trayectoria laboral. El esfuerzo es algo que
caracteriza a cualquier estudiante, y con más razón el esfuerzo que un adulto debe hacer. Para
asistir a clases necesitas tener un espíritu épico para combinar todas las actividades, obligaciones
y responsabilidades. Por eso, en mi opinión, considero que un ejemplo de
injusticia es discriminar a los adultos
que retoman sus estudios. Injusticia es que alguien por cualquier causa
diferencie del colectivo. Más aún cuando quien critica tiene actividades comunes a los demás.
Los prejuicios pueden cambiar
la imagen de las personas, lo que puede alterar la sana convivencia. De hecho
en México en el año de 2003 se creó la:
LEY FEDERAL PARA PREVENIR Y
ELIMINAR LA DISCRIMINACIÓN. 3 Reglamento que en el Artículo 4 define la discriminación como “…toda distinción, exclusión restricción que,
basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad, discapacidad, condición
social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión,
opiniones, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra, tenga por
efecto impedir o anular el reconocimiento o el ejercicio de los derechos y la
igualdad real de oportunidades de las personas. También se entenderá como
discriminación la xenofobia y el antisemitismo en cualquiera de sus
manifestaciones. En este compendio de 85 artículos, 5 transitorios y un artículo
de reforma, señalan los parámetros en
los cuales puedes o no incurrir en acciones discriminatorias.
El
comentario del “famoso” expuso claramente la situación común del prejuicio que
los adultos retomen los estudios. Por
eso, he de reconocer el esfuerzo que el compañero hace con el solo hecho
asistir a clases en lugar de, por ejemplo, pasársela con su familia. Esto puedo
tener una lección de vida, lo acepto con orgullo.
Concluyo que
este proceso de aprendizaje fue
adquirido en una clase impartida en mi alma mater la: UNIVERSIDAD DEL VALLE DE
MEXICO, “Por siempre responsable de lo
que se ha cultivado.”
Bibliografía:
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