Dra. María del Carmen Rodríguez
Servín
El siglo XXI, ha
modificado en cierta manera la forma de gobernar y por ende la realidad del
Estado, la problemática existente como la inmigración, la pobreza, la escasa
seguridad social, las políticas salariales, las fiscales, las relaciones
gobierno-empresa y la creciente influencia o injerencia de las empresas
trasnacionales en la economía mundial ha generado que en la opinión de muchos
estudiosos sea necesario analizar o incluso replantear el papel del Estado en
la actualidad. Análisis que debe ir más allá de los roles tradicionales del
Estado policía, benefactor, rector, etc., pues a medida que los actores de la
economía globalizada van expandiendo sus actividades y fortaleciéndose, el
Estado va perdiendo fuerza y capacidad de dirección.
El
Estado tradicionalista, con sus facetas de Estado policía, Estado paternalista,
Estado rector en cierta forma a entrado
en contradicción desde el nacimiento del Capitalismo, pues identificado
en sus inicios como defensor de los intereses de su población, empezó a
favorecer cada vez y en mayor medida el interés de la gran empresa, que
requería de sus favores para brindarle mayor seguridad y oportunidades de
expansión. El Estado rector, en su nuevo rol, empezó a generar decisiones
favorables que le permitían a esas empresas, desarrollar intrincados mecanismos
económicos y jurídicos cuna de enormes
corporaciones a las que ese “Estado moderno” otorgó mediante la creación de
marcos normativos afines a sus intereses, la posibilidad de desarrollarse y
fortalecerse de tal manera que pareciera que hoy son referentes obligados para
el establecimiento de los marcos normativos de los propios países. Es una
realidad la existencia en las enormes corporaciones, de áreas de gestión que se
encargan de realización de trámites (que exceden a la tramitología normal:
permisos, licencias, etc.), que se encargan
de generar “decisiones gubernamentales favorables”, como las referentes
a los marcos normativos (“Lobbying”).
Esta
ambivalente vinculación entre el Estado-gobierno y las grandes corporaciones
hoy se ha extendido en gran parte de la “Gran
aldea” gracias a la globalización, encontrándose prácticamente en todos los
ámbitos.
Realidad
que nos lleva a reflexionar en torno a cual es hoy el verdadero papel del
Estado-Nación, porque es indudable que este binomio no solo contiene aspectos
jurídicos, sino también culturales, relacionados a la par con el concepto de
Soberanía.
La
dimensión económica del Estado (socialista o capitalista) se ha trasladado en
realidad a enormes empresas trasnacionales que indudablemente no están
interesadas en aspectos culturales, usos, costumbres, historia, etc. Sino que tienen “per se” sus propios
intereses y políticas que “culturizan“a las poblaciones a donde llegan,
imponiendo con su poder económico, sus intereses.
El
Estado asistencial o benefactor (Wilensky) o el Estado bienestar (Rodrigo
Borja), que buscan dentro de sus marcos
normativos de economía de mercado, incluir políticas de orden social que
permitan mejorar la calidad de vida de sus poblaciones; el Estado soberano que
defendía el establecer sus políticas y marcos normativos dentro de sus
territorios sin la injerencia de
intereses o vigencia de normas de otros Estados, parecen estar diluyéndose
hasta el punto de “desaparecer”.
Los
cambios normativos que se dan día a día, la lucha de intereses, las demandas
sociales sin aparente respuesta o solución, las innegables desigualdades, la
creciente violencia en todos los niveles que con diferentes rostros, enfrentan
al Estado-Nación a justificar su presencia, obligan a replantear incluso su
rol.
Bajo
esta realidad habremos de recordar que la idea de Estado va íntimamente
relacionada con la de Soberanía y Democracia, en cuanto que un Estado tendrá la
capacidad plena de regular sus asuntos de acuerdo a sus propias reglas en función del bienestar de su población
asentada en su territorio. En otras palabras, la idea de democracia y soberanía
son constitutivas de la de Estado; sin embargo, el Estado tradicional hoy se
encuentra atrapado por una serie de condicionamientos a los que se lea ha dado
fuerza legal a través de Tratados que en muchas ocasiones vulneran o debilitan
su Soberanía, los que se suscriben en aras del “bienestar” de su población,
transformándose en muchos casos en una intrincada red de intereses económicos
internacionales que no siempre son claros,
transparentes o equitativos, atrapando de esta manera sus principios de
Soberanía y Democracia, por otro lado no es un secreto que los principales
actores de la economía globalizada lo constituyen las empresas trasnacionales,
engendradas en los países capitalistas a los que hoy han abandonado, para
emigrar al lugar en donde obtengan mayores ganancias sin más reflexiones o
compromisos que el alcanzar óptimos beneficios para ellos mismos.
Tal
vez el Estado requiera modificar su estructura, convirtiéndose en uno de
carácter universal, con marcos normativos globalizados, que brinde políticas de
igualdad a toda la población de la “Gran
Aldea”. En este contexto surge una nueva interrogante: ¿Qué debe entenderse
por soberanía?, ¿tendrá vigencia su tradicional concepto?, ¿o este concepto se
encuentra en crisis, ante los embates económicos de las grandes empresas
trasnacionales, que hoy en día han negado a sus propios creadores y lugares de
nacimiento?, ésta, junto con otras reflexiones generan hoy en día la necesidad
de un análisis concienzudo, del rol que juegan las empresas trasnacionales, que
han generado hoy el nacimiento de verdaderas “Naciones sin Fronteras”, pues han
dado lugar a espacios territoriales económicos en que establecen sus propias
políticas que en muchas ocasiones traslapan o presionan sus marcos normativos
establecidos por los Estados Tradicionales haciendo temblar los conceptos de
Soberanía y de Democracia.
Estas
“Naciones sin fronteras” han adquirido tal presencia que han traspasado las
fronteras tradicionales generando hoy “Espacios territoriales económicos” en
que establecen sus propias políticas que en muchas ocasiones traslapan o
presionan los marcos establecidos por los Estados tradicionales haciendo
temblar los conceptos de Soberanía y consecuentemente de Democracia.
Como
es sabido, las Empresas trasnacionales, forman parte de los factores reales del
poder económico, que incluso inciden en el campo de la Legalidad, de ahí que
sea indispensable analizar y en su caso clarificar las reglas del juego que
imperan y reflexionar qué papel juega el Estado dentro de las mismas, redefiniendo
o en su caso reforzando a la par que significa la Soberanía y cuál es el
concepto de Democracia en este contexto, para determinar que aun continúan
vigentes los tradicionales o bien se requieren nuevas reglas frente a la
globalización.
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