Usar el avión en nuestros días es
más o menos común para muchas personas, pero el desplome del air bus del día 24
de marzo de 2015 en Fancia ha despertado diversas especulaciones y medios para
prevenir situaciones similares a futuro pero hay algunos temas que, en mi
opinión, aparentemente no se les ha valorado en justicia. Muchos dicen haber
sido a consecuencia de una decisión personalísima, pero ¿se podría decir que
fue una decisión aislada y solitaria?
Actualmente la sociedad influye
sinérgicamente como nunca antes en toda la historia de la humanidad, de ahí que
resulte económicamente incomprensible que se enfoque la responsabilidad de la
catástrofe aérea de a una sola persona.
1- Las adiciones. Poco se ha difundido el
mundo de las adicciones, drogas y alcohol entre los trabajadores del aire.
Basta con acercarte a los salones privados en donde conviven pilotos y
tripulaciones en las fiestas decembrinas y de fin de año para darse cuenta de
una problemática a modo superficial. Se habla también de las dificultades de
los viajes intercontinentales y la obligada pasividad a la que se encuentran
sometidos como causa del uso de substancias tóxicas. Es probable que existan
mecanismos para verificar el ingreso y aptitud de la tripulación antes de cada
viaje, sin embargo, se sabe que mientras no se encuentran en funciones, la vida
fuera del hogar es muy disipada.
2- Los medios de comunicación modernos. Tampoco se ha planteado la capacidad de la
comunicación tecnológica personal como medio de influencia para la toma de las
decisiones personales mediatas o inmediatas.
3- Las propuestas previas. En efecto, se
habla de que ya había acuerdos de eficiencia y mejora de las compañías aéreas
que ya habían previsto la dificultad de dejar a una sola persona al mando de
una nave. Sin embargo, hasta que no fue tangible un accidente de esta magnitud
no se reconsideraron las medidas propuestas con anterioridad.
Todos formamos parte de la
sociedad, pasajeros, pilotos, diseñadores de sistemas de seguridad, amigos,
familiares capacitadores y hasta terroristas. En un sistema de una
infraestructura económica tan holgada cada cual tendrá que afrontar sus propias
responsabilidades, sin embargo, me parece que no podemos reducir la carga a una
sola persona quien, por motivos de locura, perversión o enfermedad haya
cometido un error de tal magnitud pues todos formamos parte de la sociedad.